¡Gracias Dios mío
por este Don supremo!
De mí, qué sería sin él
en las mañanas…
Instintivo, anhelante,
este verbo me provoca
como un hombre en acecho…
Del dolor a la alegría
pasajera del instante,
en que al muelle acude: “la palabra”.
Como cuentas de rosario,
e insólitos acordes,
surgen extraños abecedarios.
Armónicos, disonantes.
Verbos, acciones,
instantes…
la primer palabra: el balbuceo…
Y la última palabra: el silencio…
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Autora: Marta C. Salvador
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Fotografía: <La soledad>(C) Lily Cuadra
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