RESISTIR

Resistir en este planeta
con ustedes..."aunque me canse"

viernes, 24 de mayo de 2013

39º FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO


 DÍA DE LA PRESENTACIÓN DEL POEMARIO

 POEMAS CON PERFUME FRANCÉS 

CON LA ESCRITORA MARÍA PAULA MONES RUIZ.

EN LA 39 FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO 

EN BUENOS AIRES

 EL 27 DE ABRIL DE 2013 

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sábado, 18 de mayo de 2013

DESFORESTACIÓN, de Marta Cristina Salvador




NARRACIÓN

DESFORESTACIÓN

        

                         (NARRADO POR UN KOALA)


Soy un Koala: atravieso sediento las rutas de los hombres a causa de los hombres. No saben ellos la ternura que hay en mí.
Sé distinguir perfumes de geranios y jazmines.
Llenar de regocijo saltando las praderas.
De amores furtivos y escarceos en luna llena con cielos luminosos.
Ahora sediento, devastado, clamo que el Hombre me comprenda.
Mis dominios han sido destruidos.
Ya no tengo ramajes que acaricien mis sueños, alberguen mis iras o poder esconderme entre las sombras del cazador furtivo.
Recuerdo con nostalgia tertulias en rueda de amigos de los bosques.
Luciérnagas cómplices iluminaban todo. Cigarras con su canto albergaban nostalgias. Los grillos acompañando sopranos, tenores, contraltos…
Cada tonada una luz y color en armonía.
Carnavales de madrugada cobijados por saúcos, cipreses, olivares.
Acacias inclinadas con su follaje tierno rodeaban nuestra cintura, cortejando el amor que profesábamos.
Hoy, soy un Koala triste.
Busco desesperado el rostro de un Hombre bueno
que comprenda el lenguaje que no entendieron.
Mi compañera y yo, fuimos amigos de la madreselva y su perfume.
De sus ramas caprichosas jazmines en flor que arrullaban nuestro nido.
Éramos amigos de pájaros carpinteros -y hasta búhos cobijaban en noches de tormenta-. De palomas mensajeras, golondrinas que migraban por los cielos volvían a visitar nuestros dominios que gustosos ofrecíamos.
Hoy, estoy muy triste. El suelo está desértico.
Ramas desnudas por el frío de la ausencia de follajes quemados por la avaricia del Hombre llevados a hogueras o techos de ciudades.
Y empezamos a temer al fuego, al Hombre y sus acciones.
Desesperados cruzamos rutas. Hambrientos. Sin rumbo.
Amigos ausentes de la mano de tristezas muy hondas compartidas.
Hoy mis lágrimas se unen a días grises, neblinosos…
Hemos hecho un pacto con la bruma para que nadie nos vea llorar lo evitable
al ver devastados nuestros bosques, laberintos de pinos, robles que ya no existen.
Si supieran los Hombres nuestros pesares, no lo harían.
Hoy, soy un Koala que atraviesa la calle desguarnecido, sediento de amores en silencio.
Ha solido pararse un ciclista por las rutas -detenerse un Hombre bueno-,
darnos agua de sus alforjas cotidianas.

Antes, yo era amigo de los ríos que vimos correr en las mañanas…
Hoy veo los peces –creyéndolos dormidos- pasar inertes por los canales
que eran de toda la fauna que para entonces existía.
Un columpio de sueños agita la nostalgia de aquella vida en el bosque
colmada de rumores y cantos armoniosos.
Era nuestra alegría.
Hoy, me siento solitario y triste, ya no puedo seducir a las camelias
ni a fresas o coquetas perfumadas. Pero aguardo esperanzado
con este rostro y débil pelaje que las sombras de la tarde alberguen el desafío del regreso de la luz en las tinieblas.
Volver a gozar todos juntos en nuestro mundo: el bosque alejado de tristezas que traen de ciudades cargadas de edificios sin sombras de árboles añejos ni cantos de aves agoreras…
Pero nos quedaremos aquí a la espera de la inocencia de los niños que acarician nuestras pieles.
En soledad –como estarán ellos- sin ver el bosque ni las lluvias,
ni los nidos, sin escuchar el canto y trinos de jilgueros.
Siento extraña soledad en las mañanas. Ya no tengo mi árbol-casa
que alberga a mi familia.
Sólo llega el humo de la yesca que invade mi hocico ebrio de toxinas…
Soy un Koala que deja este mensaje para ustedes:
jóvenes – niños sembrarán un bosque como aquél que disfruté de joven
en cálidos amaneceres.
Alzo mis patas lastimadas.
Mis hijos añoran todo lo perdido y, aunque triste,
-conjugo mis lágrimas- tengo fe en ustedes y el mañana…

                                                         MARTA C. SALVADOR